viernes, 17 de mayo de 2013

práctica 7, Educación en el 2030


                    

El despertador no paraba de sonar en mi cabeza, pero no podía levantarme tan pronto, no después de haberme acostado tan tarde la noche anterior corrigiendo los ejercicios de mis alumnos. Finalmente, trastornada por el ruido del dichoso gallo mañanero, le di un golpecito en mi sien para apagarlo y seguir con los ojos cerrados un poco más.
Una vez que estuve algo despejada, salí de la cápsula y el robot de cocina comenzó a prepararme el desayuno. Esa mañana pensaba en un desayuno británico, y él, siempre obediente a mis pensamientos puso sobre la mesa todo un banquete: huevos, bacon, tostadas con mantequilla…
Fue apenas unos segundos lo que tardé en engullirme aquel delicioso manjar con los ojos, y menos todavía lo que tardé en devorarlo. Entré en el armario y, como mi humor ese día no era demasiado alto, mi vestidos decidió escoger unos tejanos color caqui y una blusa de color marrón. Así me encontraba yo, marrón…
El traslado en bicicleta mejoró mi mañana: el aire libre, la lectura mañanera mientras mi vehículo evitaba colisiones, sentir la brisa en mi rostro… todo parecía haber cambiado de aspecto, también mi humor. Lo agradecí porque por el contrario mi día de trabajo en la plantación de adolescentes sería insufrible…
La bicicleta aparcó en un hueco insignificante en la entrada de la “Plantación Nacional de Adolescentes”. Entré por la puerta y, enseguida, apareció mi tutor virtual para comenzar la jornada laboral que duraría desde ese momento (las 11:00 horas) hasta las 14:00 horas. Verdaderamente era un proceso corto en el tiempo pero agotador mentalmente.
Nada más entrar encontramos ya a todos los adolescentes en la posición de aprendizaje pasivo, que se trataba de estar sentados en una silla robótica en la que se les insertaba unos conocimientos y ellos, por memoria fotográfica, es decir, a partir de una cámara en la retina y que trasvasaba esa información al cerebro, los aprendían. En ese momento, ella pidió a su tutor virtual que le aconsejase un tema actual. Éste, con una voz entrecortada por su naturaleza robótica m dijo:
-Yo cre-o que un buen te-ma pa-ra es-ta ma-ña-na se-rí-a el de la na-tu-ra-le-za. ¿Cu-án-do cre-en e-llos que se ex -tin-gui-ra el úl-ti-mo pá-ja-ro?
Acepté su ofrecimiento porque la verdad es que hacía semanas que no había visto pasar ningún pájaro, de ningún tipo, desde la plaga acaecida a principios de ese mes de Septubre.
De ese modo, programó los contenidos en el ordenador principal y envió los datos a las sillas robóticas que, inmediatamente, comenzaron a emitir un documental de la naturaleza asiática de los años 90’.
Ella se sentó y encendió su retina virtual.
-Noticias del día en Toledo.- dijo en voz alta. Y, a las pocas décimas de segundos, tenía toda la información que deseaba al alcance de sus ojos.
La mañana se sucedió rápida para los adolescentes: documentales, entrevistas, plagas del siglo XX y del siglo XXI… y también fue una mañana breve para mí que, tras ver las noticias había decidido adelantarme trabajo para que no me ocurriese lo de la noche pasada.
Sonó la sirena en sus cabezas y cada uno de los alumnos se levantó a la vez y abandonaron poco a poco y sin agolparse la plantación.
Salí de la “Plantación Nacional de Adolescentes” y me dirigí a casa. Mañana sería otro día pero hoy necesitaba un baño de espuma: eso aún no había cambiado.

1 comentario:

  1. ¡Enhorabuena, Mary! Qué decir, me ha encantado. Es una versión muy fantacientífica, pero original y estupendamente redactada. Parece el principio de un cuento de lij.

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